sábado, 23 de enero de 2010

Piel...




Cómo vienen las oleadas de recuerdos de cada uno de los reencuentros que mi imaginación inventa, o cada una de las frases dichas de forma adecuada y relajada en medio de la sensación alucinante de estar. Y eso de estar que se me ha vuelto una obsesión, así como cada una de las palabras que han ido significando, derrotando, demoliendo. No, no se cómo vienen esas oleadas, puedo, en cambio presentir la razón o las posibles razones inventadas o no, de las caídas♀. Puedo lamentar lo que he escogido tratando de rehacer múltiples vidas. Puedo, claro que puedo hacer lo que me de la gana. Salir a lamentarme, eso se ve mal, desdibuja el argumento de la destrucción.

Es fácil dejar de ser maravilloso para los nuestros. Y los nuestros ya no lo son más, y no son más que otros más.

Una denuncia por maltrato es lo que debo instaurar en contra mía, deberían encerrarme por violencia intrafamiliar, de nuevo, o mutilar una de mis manos, o cansar alguna carcajada… o dejar de verte tanto a los ojos, vida mía, mi vida.
Ahora ya no puedo verme más triste. La tristeza debe salir a pasear y evitar la sonrisa de los que sé nuestros, míos no, nuestros, los que no son más que eso… nuestros…

El arpegio abre la racha de maldiciones, la cadencia me recuerda, me deja ver y oler las aceras nuevas, de nuevas personas, del nuevo mundo que desconozco y prefiero así. Puedo dejarte la piel, el reverso de mi calle, la primera caída, sin embargo no la se encontrar, no recuerdo el lugar exacto en la que deje de ver.

… por la manchega llanura se vuelve a ver la figura de Don Quijote pasar, va cargado de amargura, va vencido el caballero, de retorno a su lugar…

Vienen las gotas de agua que tanto he querido para todos nosotros, ya saben, el agua es tan buena, tan mujer ella… ¡ja!

martes, 12 de enero de 2010

Cajón de pulgas



Escuchó la voz de la imprudencia, eso fue lo que hizo el perro en estos días… No hizo mucho daño, pero si el suficiente para sentirse un poco más callejero, menos amigable.
Recibió bendiciones calumniosas, inmerecidas, las recibió, las degustó, jugó un poco, luego las enterró para no encontrarlas… el olfato falla, los ojos se nublan de caspa y grasa, son tantos años gustando de la suciedad. Ahorra el perro camina un poco sobre la incertidumbre de lo cierto… va a extrañar ser un nómada, por fin tiene un solo cajón para sus pulgas, las heridas se van a cerrar, a curar… Ladrido caprichoso, camino de ruido, sonido amigable que el perro desconoce y que lo asusta mucho…
Escucha en la distancia, claro que escucha, recibe un golpe de nostalgia, incluso de eso que no está en su lugar…
Recuento sin historia, sin molestia.
No hay vigilancia, hay un par de rostros anhelados y se irán también…

L vieras como está el perro en estos días, tan prolijo en sonrisas para todos… ser lo que se debe y buscar la quietud resulta extraño… abrazos mi L adorada.