sábado, 27 de febrero de 2010

Querido... nada de querido... no se para que escribo aqui...

Llegaron, no se si días o copas o heridas nuevas, puedo decir con un tipo de certeza matemática que no hay nada nuevo. Llegaron copas, días, gentes que se hacen pasar por nuevas, las palabras son las mismas, el agotamiento no es respuesta, se arrolla en el deseo de no entender y nosotros somos pétreos. Llegamos a ese lugar que no hemos buscado y así como esa sirena que pierde su alma, en busca de un hombre que alguna vez por capricho del viento, cayó en el océano, así mismo nosotros entregamos nuestra lengua con tal de no sentir los cuchillos filosos bajo nuestros pies. Así somos, cada una de las letras que se han ido hilvanando son obsequio del oráculo y agota la cuadro. Vamos tomados de la mano de Escorpio, viendo como se presenta en el fondo, vamos devastando, luciendo nuestro agotamiento, y sonreímos.
Llegamos, vemos una roca que saluda y que nos permite descansar a la sombra, no hay agua, los vemos pasar, sentimos un poco de nostalgia, nos gustaba la comodidad, los artilugios del espejismo… aquí vamos, en esta parte del viaje.

viernes, 26 de febrero de 2010



Me cuesta estar en paz… no me cuesta por el precio, me cuesta por esos cabos de lana que se van deshilachando al paso, o al rose de los días. Una noche entera caminando de un lado a otro, reconociendo el olor, el sabor del frío. Aquí es distinto, la luz es diferente... me siento un poco lejos de todo, incluso de ellas.
Recuerdo a esa niña rollada en mis pies, tendríamos unos ocho o nueve, y mi rodilla izquierda sangraba, ella no me dejaba mover, me decía que no fuera a pelear, que era un raspón y que ella estaba bien.
Recuerdo una lluvia de latas de gaseosa en medio de un día de febrero, un río ingente de niños, la gran mayoría lloraba, yo estaba entre ellos.
Una tarde seis años después, aprendí como se armaba una siete sesenta y cinco, la recuerdo bien, era una Eibar, creo que india… estaba oxidada.
Cuando tenía cinco, convulsionaba y mi madre pensaba que me iba a morir, estuve hasta los siete de hospital en hospital. Me formularon Valcote. Ahora soy bipolar y borracho.

Hoy recuerdo una noche, y todas las noches que no quiero tener en mi cabeza.

viernes, 19 de febrero de 2010

Gatos perdidos...




Venia escuchando la historia de los gatos en mi cabeza, unos muchachos que mataban ratas, unos muchachos que fueron muertos a mordiscos de roedor, luego entra una canción incidental: La tonada me dice algo sobre una acacia que no dijo nada, y que la historia sigue igual en la senda del camino tortuoso de la existencia… que canción triste, que tema tan trillado, pensaba, mientras caigo en cuenta que nos gustan las canciones tristes. Si escuchamos una demasiado alegre, empezamos a desconfiar, bueno, por lo menos eso es lo que yo hago. La alegría comercial me causa escozor, molestia testicular, picazón en las güevas.

Bueno el asunto es que con los gatos muertos y la canción rondando en la trastienda de las cosas que debía hacer hoy en la mañana, vi una docena de perros huyendo, corriendo en sentido contrario a mí. Y… viejitos hijueputas, me hicieron apagar el reproductor de música…

Se montaron a la altura de la calle noventa y tantas, olían a perro mojado mezclado con un sutil rastro a orín, viejos sucios. No afinaban sus guitarras y dañaban mi historia, además venía escuchando a esos muchachos maravillosos de Protest… en fin, los viejos puercos, terminaron su repertorio con un regaño, diciendo que esta sociedad indiferente, que los jóvenes malditos, que la música de ahora una mierda… y toda esa perorata que puede soltar un hombre viejo que vive esas circunstancias…

A los gatos no se muy bien que les habrá pasado, las manos me huelen a perro mojado. La historia de los gatos no está… viejos hijueputas…



Did you come here to kill, or did you come here to die?
Did we really think that spaceships would descend from the sky?

Bending light and beaming forth across space-time
to see us scared in the reflection of their oil black eyes?

And stalk us as a predator like our movies imply.

jueves, 18 de febrero de 2010

Saludo de Diario...

Jugando a ser funcional se me han ido los días de mi resiente vida. Veo a mi madre caminar de un lado a otro, pasan sus zapatos sin correa, tan solo veo eso, estoy durmiendo en el piso. Son las cuatro de la mañana y llevo un par de horas de sueño. Los maldigo un poco, a ella y a mi hermano. No es posible que no respeten el sueño de un borracho.
No tengo en el registro de la memoria, ver a mi señora madre durmiendo hasta las ocho, o las siete, o las seis… es una maniática… entonces eso de perder mi tiempo siendo funcional me resulta algo impostado, si yo soy heredero de sus desafueros, queda fuera de tono, sin embargo se siente bien.
Durante años fui la oveja rosada de la familia. Provengo de una ralea grande, por tanto las ovejas de colores abundaban, y a mí que el rosado no se me da bien, me parece odioso tener que ostentar un color que mi primo M, alguna vez me endilgó, me lo caló por la misma razón que los primos o hermanos mayores hacen cosas para joder a los más pequeños, creo que es una joda histórica. Yo solía darle golpes a mi hermano en uno de sus brazos hasta que adquiriera un verde perfecto… la tradición en ese aspecto, resulta maravillosa.
Bueno iba en que he descubierto, que lo de ser funcional tiene que ver más con el grupo de adaptados con el que trabajo… que cosa maravillosa, tranquilos, lentos, conversadores, tomadores de tinto y fumadores de hierba… lectores, padres, gentes que no parecen pertenecer a esta dimensión… creo que la hierba ya hizo efecto…

Las manos se encalambran, los dedos que están en esas manos también se encalambran… que frío hace hoy, y no es rico frío, es helado y quema.

En la tarde presencie un conversatorio entre audio discapacitados, que maravilla ver una discusión en silencio…

Hoy me vi junto a la brecha de la ansiedad, junto al gusto de ver la piel cerrada a otras manos.
Ayer en la noche sentí un poco de tristeza, de culpa, de frío, y caminé lento, para no llegar a tiempo a mi cita con el sueño. Al dormir escuchaba la furia de una licuadora haciendo jugo y los silbidos de mi madre, dormía lento mientras se me licuaban los silbidos y el frío. Hoy te he visto de nuevo en otra piel L… tenias rostro de chiquilina y el te, estaba delicioso… Gracias.

martes, 16 de febrero de 2010

TERAPIA PARA EL DOLOR



No hice caso, yo no se hacer caso L, ¿Qué se le va a hacer? Acepte hacerme responsable, un poco de la terapia para el dolor a la que me quiere someter Su.

Los parámetros son claros, yo le muestro que la vida es más desgraciada de lo que parece y ella paulatinamente desaparece. Me siento cómodo con el logro. La verdad sea dicha, al perro no le gusta ver a los suyos mal.
Fin de ese episodio.

Revestidas de paciencia… vida triste y cruel, la institucionalidad me fritó la cabeza esta semana. Tenía una idea, de eso estoy seguro, era algo sobre una pareja que desaparece… o que se pierde, nada novedoso, pero se me olvidó… bueno es que esta semana, estos dos días hemos atendido la función del funcionario, del que cuida procedimientos y que además los hace bien… suelo atender sordos y ciegos entre las cuatro y seis: son personajes extraños los ciegos, siempre te están tocando y hablan despacio, escuchan velozmente, tienen dedos automáticos, brazos fuertes.

C, Big C, se acerca con su bastón me toma del brazo, aprieta fuerte… Hola, me llevas al sistema Jaws, por favor, hoy estoy leyendo El viejo y el mar, y la voz que me lee es dulce, suave…

Lo llevo, se encierra en la cabina tiflotecnológica, no tiene luz… pues claro que no tiene luz idiota… que observación tal limpia, entonces la magia sucede, me invita a sentarme junto a él, me toma de las manos y me dice que por favor le diga como se ve eso que está ahí en la pantalla y que el sistema Jaws no puede describirle… mierda, pienso, mientras se me atora el aire un poco, quiere que le describa la silueta de un trasbordador espacial mientras gira alrededor de la atmósfera terrestre. Luego de años de lectura, y de creer que estoy capacitado para hacer una descripción, he descubierto que no… como coños le digo a alguien que nunca ha visto el cielo, que el velo de fondo es un tachón de naranjas y azules, y que esa mezcla produce en mis ojos una sensación cobriza de paz.

martes, 9 de febrero de 2010

APARICIONES



Su. Apareció en la pantalla, luego vino con sus labios bonitos y me hizo reclamos. Su. Entiende ahora que no hay nada que entender y el perro se siente triste por Su. Ella lo hizo todo bien. En esos días, días largos, de color libro, Su. Buscaba y encontraba en el detalle de todas sus iniquidades.

El perro te dice Su: Desaparecer no es una opción. El perro quiere da vueltas y desconoce esa rutina, la que dejó atrás: días de jauría, aullando sin mucha preocupación.

Su. Apareció e inundó toda una tarde con lágrimas. Su. Quería ver al perro sin aliento.
Cuatro años atrás el perro comía en el patio de Su. El perro a cambio, era tierno y sabía ser buen perro…

Su. No hagas llorar de nuevo al perro. La conjuntivitis congestiona la ira y el recelo.

Su. Deberías estar muerta.
El perro quiera ladrar la molestia.

L una mano estaría bien… tan abusivo como siempre…

viernes, 5 de febrero de 2010

Se nos fue...



El gordo Pardo murió de depresión estomacal aguda. El asiento del tripero, entró en huelga, luego de una larga y miserable dieta. El fin del tratamiento buscaba hacer crujir los huesos de la señorita Lina. Langaruta refinada que no soportaba a nadie que pasara de los sesenta kilos, pues la forma de sus senos y su credo en la maravillosa figura del hombre moldeado, le impedía acceder al despropósito de comer carne rellena de grasa. Soportaba, eso si, los ciento veinte kilos de fibra musculosa y bien torneada de Alonso, el Quijano mas idiota del barrio.

Puaccs, estereotipo del gordo que muere, y el bien formado, musculoso que triunfa en la caverna jugosa de una flacucha acartonada y prejuiciosa.

Pero así fue, que se le hace si así ocurren las cosas.
El gordo pardo, en sus mejores días, decía, que no iba a darle de comer carne dura a los gusanos, eso si que no. Él un amante de las criaturas vivas, se sacrificaba en nombre del bienestar del gusano.

Para resumir, apareció la entelerida, si, la niña Lina, con esos pantalones que dejaban ver que con una mujer se puede hacer caldo de aguja. Y claro, el gordo Pardo cayó redondo (más) frente a los huesos de la flaca.

Nada le valió: ni el agua, ni la Atkins, ni la falta de empleo o la cantaleta materna, nada El gordo no dejó de ser gordo y la flaca Lina, siempre sintió horcajadas al verlo.

Hoy estamos aquí en el funeral del gordo Pardo, representación absoluta de aquellos que renuncian hoy, en este mismo instante a un bocado grasoso o un pan blanco por bajar uno o dos kilitos. Que funeral tan lindo, hemos comido a gusto y estamos seguros, que si bien el gordo no logró el amor de la inmunda, pudo en vida conocer placeres orgásmicos desatados en el paladar y la lengua.

Mientras disfrutamos los placeres de la baja cocina popular y no francesa, a Lina le acaban la figura delgada en un acto de circo poco placentero, donde dos guapetones desgarran su concepto de belleza. En la mañana levantaran sus huesos y nosotros seguiremos levantando la copa con el padre del gordo Pardo.

¡Salud ¡ gordito.
Mala salida buscadora de huesos.

miércoles, 3 de febrero de 2010

Salud de nuevo...;)


Para el gusto de hacer una buena catleya se necesita tener algún sentido activo en servicio y dispuesto.



Hola L.

De nuevo bajo la misma cornisa, en distintas circunstancias, y parece que he crecido según la voz que viene de más allá de nuestra mesa. No me dejan caminar, ahora no me dejan caminar y mis espolones agradecen con un beso tierno de agradecimiento, feliz de ver de nuevo a los bichos, a nuestros bichos reunidos en un solo punto de conversación que se desvanece por momentos en puntos eternos. Fin de la noche, que buena noche… salud mis queridos…

En la mañana un delicioso jugo de mora se deshizo con la sangre de mis encías. Bajó limpio el líquido, deteniendo sonrisas que recordaban alguna pendejada de la noche.

—vamos
—vamos
—vamos
—salud…

Ya no debo correr más y todo ha sucedido en el mismo lugar donde las sonrisas, los besos, los abrazos y un recaudo extraño de vida se detienen sin hacer mucho caso del viejo de barba y trono extraño.

Luego de jugo, un par de adornos para la flor y su madre cocodrilo. Y el pantano está en remodelación.
Las historias no dejan de estar y los pasajes de rara factura tiemblan en el borde del baño.

Camino de nuevo…
Más camino…
Otra historia más que se sale sin permiso.