sábado, 22 de mayo de 2010

MOMENTO BEODO




Tenemos la sensación, tengo la sensación (tengo en el sentido propio de pertenencia de algo que es intangible), decía que tengo la impresión de no entender nada por completo. Entonces los veo a ustedes, si, a ustedes que todo lo entienden, entonces todo lo explican y por su puesto todo lo venden. Entre tanto, juego el extraño juego del equilibrista ebrio que sale de un burdel con la sensación de haber sido timado por una mujercita que ni siquiera le acarició los huevos y que sin embargo, cobró y se burló. Ustedes me engañan, yo lo permito, sin embargo no lo pueden ver, menos yo. Veo al equilibrista sobre el separador de la calle mientras el frío le besa las nalgas, porque además está desnudo, pobre hombre, pobre gente que tiene que ver sus pobrezas y viene a mi esa frase concluyente de ella que todo lo sabe y todo lo entiende, nunca se le ve desubicada y eso mismo la hace menos excitante, no recuerdo con puntualidad los meandros de la frase pero si la sensación de asco que me produce en el momento, por lo tanto se activa el fastidio por unos segundo, sin embargo ella me cae en gracia y la quiero mucho. La postura de su segura y cómoda posición resulta irrelevante, intrascendente, incandescente, inicua, lindas las palabras con i, pero eso no le importa mucho o poco o nada al equilibrista ebrio que nunca entró por completo a un burdel, cosas de antipatía cromática, el mal gusto de esos sitios es insoportable, pobre hombre que sigue alucinando con volver a casa con menos peso en sus testículos. Gira y gira sobre el separador hasta que desaparece en un golpe de mano y nosotros los dos espectadores de siempre desaparecemos con en él.

viernes, 21 de mayo de 2010

Sin lugar...




Salir a ver que pasa debajo de la piel de los demás resulta un acto simbólicamente estupido. Consiente de nada, con los pasos abiertos y los zapatos un poco aislados del resto del tiempo. Quisiera párrafos legibles, respetables al final de la tarde, para ser leídos por mí gusto, pero no, eso no pasa, nada de lo que espero pasa en mis manos, o en mi cabeza pasa, las imágenes de siempre se repiten con un cansancio lento. Las cosas, todas las cosas siguen ahí, sentadas esperando que yo las atienda. Como si yo fuera algo distinto a ellas para atenderlas, las cosas señalan, crecen en la quietud que yo quiero.

Una tarde de lluvia siempre viene mal, viene el frío, que sabe a calor hostigante. Una tarde de estas deberíamos desaparecer juntos, todos abrazados a nuestras flojas ideas. Pero esas son palabrotas pretenciosas de niño que se niega a sonreír por gusto, aunque sabe en el fondo que la verdad no existe.

La angustia no es progresiva, se mantiene quieta, inmune al clima.

martes, 18 de mayo de 2010

Puacs...



Llevo seis horas de rebote, quiero voltear la caneca de comida procesada en mi estomago sobre la mancha en forma de mariposa que hay en el tapete que hay bajo la silla en la que estoy sentado. Me gusta el encierro. He desarrollado un gusto por el encierro con ellas, salimos tan solo si es necesario y no quiero volver a salir. La semana pasada falté cuatro días a trabajar, inventando un drama familiar. Hoy no pude hacerlo, tengo un montón de papeles sobre mi escritorio y debo evacuarlos. Leímos dos libros. Cantamos, y caminamos sin ropa con nuestra flor en los brazos. Al salir esta mañana estuve muy triste y no pude leer durante el camino a mi escritorio y mi montón de labores represadas.

Sabor a cueva y mareo. Dónde estamos si no queremos estar entre ustedes y me resulta agobiante mi historia y sus historias. Yo no me hago fotos para que me abracen con los ojos. Historia se le llama a cualquier acontecimiento, incluso los más insulsos, que llena la necesidad de estar. Ya no me interesan.

Voy a imprimir esas 90 páginas que se irán en un sobre para que alguien destroce un poco mi impostada disciplina.

lunes, 3 de mayo de 2010

DISTRAER...



Ahora las ideas se dividen fabricando historias paralelas, degustando mi gozo por abstraerme entre la gente. Entonces si A iba a un lugar determinado en el que sucedían cosas que no cambiaban pues se alteraba el sentido, nada, ahora A, se encuentra con B y pasa algo que yo no tenía imaginado. Pierdo el control… ¿Cuál control? Nada es controlable. Por ejemplo, nos gustamos con D o con C o con J, y hacemos uso de las reglas que necesitamos para mantener el control, pero no tenemos el poder de detenernos sin reglas… así andan las ideas, entendemos que las ideas son nuestras, porque las pronuncia nuestra voz, y la soberbia nos permite mantener la ilusión encendida hasta que, plum, cataplum, recataplum… estamos sentados entre ellos alucinando una situación tras otra, que se mezcla con la siguiente de más allá… vienen los abrazos, los besos, la salida, mi rostro cambia de actitud y la niña de ojos grandes y vidriosos, que además tiene unas tetas lindas, lo nota, o bueno, eso creo yo, o eso cree mi estado de conciencia en ese mismo momento, tal vez voy tan mal aseado que mi olor la repugna y la cara no es de sorpresa y si de asco, pero claro como no puedo distinguir, porque ando creyendo que eso que está en mi cabeza es mío, no lo noto… vuelve a verme y distrae lo que venia creyendo que pensaba que era mío… carajo, la idea original de A, quedó en una habitación con nevera. Y ahora que hago si me gusta mucho la aparición de todas las variables, mierda, que joda esta de creer que lo que se cree es nuestro. Me bajo del vagón, camino y al llegar a la puerta de la U hay una muchacha nerviosa, con unos papelitos plateados en la mano, ella está encapuchada, asustada, se le nota… y A desaparece, hasta este momento el que describo lo que ha pasado con A o con B o C o D o E o F o G… sí, me lo sé.