viernes, 19 de febrero de 2010

Gatos perdidos...




Venia escuchando la historia de los gatos en mi cabeza, unos muchachos que mataban ratas, unos muchachos que fueron muertos a mordiscos de roedor, luego entra una canción incidental: La tonada me dice algo sobre una acacia que no dijo nada, y que la historia sigue igual en la senda del camino tortuoso de la existencia… que canción triste, que tema tan trillado, pensaba, mientras caigo en cuenta que nos gustan las canciones tristes. Si escuchamos una demasiado alegre, empezamos a desconfiar, bueno, por lo menos eso es lo que yo hago. La alegría comercial me causa escozor, molestia testicular, picazón en las güevas.

Bueno el asunto es que con los gatos muertos y la canción rondando en la trastienda de las cosas que debía hacer hoy en la mañana, vi una docena de perros huyendo, corriendo en sentido contrario a mí. Y… viejitos hijueputas, me hicieron apagar el reproductor de música…

Se montaron a la altura de la calle noventa y tantas, olían a perro mojado mezclado con un sutil rastro a orín, viejos sucios. No afinaban sus guitarras y dañaban mi historia, además venía escuchando a esos muchachos maravillosos de Protest… en fin, los viejos puercos, terminaron su repertorio con un regaño, diciendo que esta sociedad indiferente, que los jóvenes malditos, que la música de ahora una mierda… y toda esa perorata que puede soltar un hombre viejo que vive esas circunstancias…

A los gatos no se muy bien que les habrá pasado, las manos me huelen a perro mojado. La historia de los gatos no está… viejos hijueputas…



Did you come here to kill, or did you come here to die?
Did we really think that spaceships would descend from the sky?

Bending light and beaming forth across space-time
to see us scared in the reflection of their oil black eyes?

And stalk us as a predator like our movies imply.

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