lunes, 28 de septiembre de 2009

Arteria



De nuevo suena, suena la maquinita de hacer la música, es imposible esta joda sin música. Verle el tripero a María se volvió un hábito diario, pobre mujer, con sus cosas al aire, y se le mete la mano a gusto, una pieza por acá, un depilador por allá, y ella claro, muy noble, pero cuando protesta, las lágrimas ruedan, la pregunta del respaldo hecha, la puteada. En una semana y media, paso de ser una maquina de escribir, en la cual se escuchan las rolas queridas, a una maquina que diagrama libros, revistas, folletos, pasquines, y cuanta porquería se pueda hacer… Mi cabeza, al igual que todas las cabezas, eso dicen, necesita un baño, la costumbre de la asepsia, la costumbre, necesito acostumbrarme, de niño no pude hacerlo, de grande sigo siendo el mismo niño que escala edificios a medio construir, esperando la primera oscuridad de la tarde, en compañía de algún amigo imaginario. Domingo de barrio Santa fe, no por gusto, caminamos desde la treinta, caminamos mi maleta y yo, la cámara se disparo un par de veces al llegar a la caracas. L y su cuento de M, carajo, que le hacemos, no se puede ser neutral, a mi me gusta, ¿quien putas quiere ser neutral y objetivo? Si compro un cuarto de algo, no voy a empobrecer, pero hacen falta las monedas, y esta semana es la semana de la cabeza fría, de moverse con el tacto del hombre que no soy… me siento a leerte, Learn to Fly…a quién no le gusta esa canción, a quién no le gusta Pinky… mi abuela de noventa y tantas decía que eso si era buena música. Sigo leyéndote, a mi me gusta, es otra cosa, como todo contigo, como todo contigo…Vicarous…esa es, claro que si, por eso me gusta, me recuerda la complicidad de, ser cómplices de todos, haciendo la observación, asombrándonos, haciendo cuentas de números… quiero meterle mano, lo hago, lo dejo torcido, lo fundo con mi alucinaciones suaves, las del niño en el edificio, le revisare mañana y si me agrada un poco te lo envío.

Me doy cuenta, caigo en la cuenta, en la semana que se fue, hice cosas que hace años no hacía, escribí de un solo aire cincuenta y tantas, no importa si no sirven, eso es lo de menos, hay que hacerlo, luego, me enfrente a ese mundillo que mal huele, y perdí, eso es lo de menos, lo demás es lo de ustedes señalando, van a verme rodar con los ojos llenos de agua…

Aquí uno de los que me gusto en medio de la parrafada, entre los puntos suspensivos, suspender la cabeza…ja.

…Cuando la recta se vuelve espiral con intenciones estranguladoras, ahí se levanta, hace recuento de la caminata del día anterior, imagina donde podría estar, no, mejor no hace eso, sabe que resulta gasto de tiempo, vuelve a la espiral, camina junto a ella, ella tiene sus manos sobre el cuello, lo sacude, él se decide y sale dejando el eco del portazo…ella lo sigue sacudiendo… de fondo, una escala dulce, lenta, triste…la lluvia cae en soledad, no llamas y no vendrás, ahora recuerdo tus manos…y mi jardín seco está, ahora recuerdo tu cara…sube el tono de la escala, fuiste y quedó tu fantasma y la casa…ja, recuerdo tu risa, recuerdo al señor O, diciéndome hace una década exacta: esa sonrisa le va a costar un ojo de la cara maestro…yo me reía, servía un trago…es por eso que eres L, eres L, esa que el perro adora, se construye de revés, con altura…

Me duermo, hoy si debo dormir, como sea; L, buena imagen de retorno, sin manchas en la transmisión…

1 comentario:

  1. Cuando la recta se vuelve espiral las intensiones de mi cabeza se exprimen para encontrar el sabor dulzón de la berrinchuda actitud carnavalesca.

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