viernes, 25 de septiembre de 2009

Pill



Bordes internos, camisa suelta, cuerpo sobre el resto de cuerpo, besos, un mar de besos, bordes internos, copa negra, quieto escuchando girar los girasoles. El interruptor del borde interno se encendió, yo no buscaba accionarlo, tú tampoco; encendido rápido, así es el paraíso: nadie duerme. Soñé un olvido. Mi olvido, era otra forma de verte, se sueña lo que se espera, el girasol o la muerte…pero el sueño siempre vuelve…
Esta emoción hambrienta que no se sacia de nadie, de palabras, no es un asunto de piel de carne, no es un asunto, es la emoción hambrienta. Amanecí con los ojos abiertos, la luz hizo borrado mecánico de la rutina del sueño, debo decir que no amanecí, estoy pensando en la costura del borde interno, la pastilla que tomé, las doce horas de culpa arrebatada paseando sobre la almohada, no pueden ser sinónimo de amanecer. Soñé con mi padre, suelo abandonarlo, yo abandono, soy desgraciadamente caprichoso; el amor como un niño de los bosques antiguos con un loto en las manos…el humo de la ofrenda de Caín no subía. La pastilla, ya no quiero tomar pastillas, se acabaron, se acabaron ya, de vuelta a casa, el dedo ha estado sangrando toda la tarde. Tengo presentimientos lúcidos, claros, la pastilla aletarga. Llegué de nuevo a la cama sobre las diez de la mañana, he dormido toda la vida, queda una de fluoxetina, mañana o un día de estos me hará sonreír. No se si fue sueño: yo soy un asesino, usted no sabe que yo soy un asesino, yo lo abrazo, me causa gracia, es un niño, un buen niño.
Desvanecer, yo no soy lo que proyecto, mierda, la pastilla, ya se fue el efecto de la pastilla. Yo desvanezco en los paseos con perro y flores, eso si lo recuerdo. Esa frase la recuerdo, día a trazas, líneas, instaladas, herramientas instaladas, importar imágenes, hacer no hacer, deshacer, undo, copy…Ciego de noches hondas el arca, la ballena, me escupe aquí en las playas de Nínive la umbría, sólo me ampara y cubre la palabra del sueño, la que nunca se pierde ni regresa vacía… no te puedes deshacer, eres vasta, como las costas, como la costa del sueño donde estabas vestida de blanco, sales como Judas, ebria de sed, sales a la noche… Say no more… desvanecerte, desgastar tu imagen, querer tomar el bocado de pan mojado en vino…camino, llego a la nevera, acido fólico, es bueno para el corazón, frijol congelado…
¿No estaban ardiendo nuestras vidas cuando tú nos hablabas de ti por el camino?
C duerme, yo duermo, no soy el que esto escribe, el decidió morir hoy en la tarde…el perro en la olla, el perro en la olla, el perro en la olla, quiere morir hoy o mañana en la tarde, no quiere verse sangrando, no quiere más sangre en sus manos, no quiere la bestia y el amor sentados en el fondo del cáliz…C duerme, yo duermo, quiero seguir dormido, no levantar los ojos de ninguna manera, dejarlos clavados en tú piel, y mi lengua en la cadera. Vamos a morir entre cuatro paredes, incluso en la calle, bajo esa inmensidad que no existe. Poetas de mierda, poesía de mierda, yo no pedí esto, ustedes quieren verme aquí… prevenciones de otros, esos que sufren y gustan del sufrimiento ajeno, se sufre porque se quiere. Nuestros ojos agitados, húmedos, se vieron, tal vez, en la calle, tiempo después, distante, él, de zapatos castaños, ambos sin medias, calzando el frío, el día, un par de sombras se alejan, figuran una sombra, el árbol sin ramas… Luego vendrá el concepto del poeta, de los poetas, de los que estudian la métrica, imaginan la intención de la palabra que sale, que sigue saliendo, a pesar de muchos o de pocos, sale, poetas hijos de la más puta… todos con sus historias y sus poses, y tristezas para cantar y exultar que esa tristeza es la más triste de todas, cabrones, nadie sabe nada, todos pretenden, yo quiero dejar de hacerlo…es lo que quiero, para eso hay que dejar de estar, desaparecer, hacer el buen acto, el mejor, el económico movimiento de encierro…llorar, seguir llorando, las fotos, mi padre, mi hijo, C, y tu L… en esto se van los días, ver correr sin mucho que encontrar, las horas, la vida, esto es la vida, esto es lo que queremos llamar a cantar la vida…un dado en siete el otro no tiene números…me rasca la cabeza, la tengo llena de cosas que me producen rasquiña, yo no quiero sentir más. Al terminar, al dejar atrás quince minutos sobre las doce de la noche de hoy, no se que día es hoy, no importa si hoy es hoy, queda la certeza de que nada hay hoy, tengo hambre, C parte de nuevo mañana, no la puedo condenar a aguantar hambre junto a mí…quiero un trago de algo. Son horas y horas de sentarme a soltar la mano, escribir, llenar y llenar y seguir llenando, no importa nada más, un par de laberintos, caminar en derredor de ellos, hacerlos, encontrar tres minutos más de los quince que voy dejando atrás…

No, hoy no podemos morir de pesares, son dulces y fugaces. Somos una constante mancha en el libro de la alegría, no, no sabemos donde están nuestros pesares o los tendríamos ebrios, hartos de agonía. Ya sabremos, en alguna vida, sabremos quién dibuja el laberinto de nuestra esquiva pena… dos mil cuatro, año, septiembre…

Discúlpame la miseria L…

1 comentario:

  1. La costura del borde interno puede complementar una dulce ambición de la jodida vida y puede prolongarse por cada cuarto de hora en los miserables rostros callejeros.

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