miércoles, 2 de septiembre de 2009

Me llaman calle...inmunda.

Probablemente han notado la dificultad para percibir el cambio de color propio, es un asunto realmente que excede la observación material. Parecemos ángeles fulgurantes en cuanto tenemos contacto con un delicado fajo de papelitos intercambiables, luego, luego, al desaparecerlos en la mesa de cualquier tienda, el cambio se hace evidente y el brillo desaparece, se pierde el encanto e incluso se acaban las ganas de respirar entre gentes pudientes y decentes como ustedes…

Ahora bien la tarde cambia un poco, y la certeza de más incertidumbre embadurnada en la responsabilidad que no quiero o poseo…en fin…donde andarás…

He descubierto que no quiero tantas cosas como las que antes creía necesitar. Por ejemplo, no necesito un televisor, pero quiero un poco de diversión animada, si, eso me gusta. No necesito un arma, y deseo partirle la cabeza a alguien, para eso no se necesita un arma de fuego. Estoy realmente asustado de vivir, eso es lo que pasa, llevo 25 años temiendo; hasta los 7 jugaba y no había nada que temer…no entendía de temores. Necesito ver cada uno de tus poros abiertos. No necesito un anillo y sin embargo mi orgullo se porta a la altura…tela de araña, lenta, lenta y yo tonto, inútil, de poco sirven las pretensiones de mi modesta perversión… mierda.

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